En la difícil coyuntura actual, resulta atinado y responsable que los principales candidatos democráticos den señales positivas de su voluntad de concertación para preservar un régimen de libertad, tolerancia y desarrollo.
Tanto Alan García como Lourdes Flores, hoy enfrentados en una dura competencia por el pase a la segunda vuelta, han concordado en la urgencia de una concertación.
Hay que saludar esta actitud, que tiene aun más valor considerando la peculiar circunstancia del reñido conteo voto a voto que enfrenta a ambos grupos.
Sin embargo, este anuncio no debe obedecer solo a una motivación cortoplacista de ganar la segunda vuelta, sino que debe tener anclajes principistas y concretos de largo plazo basados en convicciones y genuino compromiso con el futuro del país.
Como lo señalamos en nuestro editorial “Llegó la hora de poner la democracia por delante” (20/03/06), ante la posibilidad de que un candidato pueda acabar con el sistema democrático, “los políticos deberán defender en forma solidaria las virtudes del sistema democrático, aun por encima de sus candidaturas (y enfatizamos lo de ‘por encima’)”. Y añadíamos que solo “un gran esfuerzo conjunto de la ciudadanía comprometida con el orden democrático ayudaría a cambiar esta desacertada percepción”.
En tal contexto, es imperativo que los políticos se aglutinen en torno a una agenda de gobierno sobre temas macro –para lo cual puede ser muy útil el Acuerdo Nacional– en la que se comprometan, por escrito, a preservar el sistema democrático con todo lo que ello significa: respetar el equilibrio de poderes y la institucionalidad, garantizar la libertad de prensa y los derechos fundamentales, así como asegurar la estabilidad política, económica y social, y dar la debida prioridad a la educación.
Pero también la agenda podrá involucrar temas puntuales de corte emblemático (proyectos nacionales regionales), en los que los principales grupos políticos coincidan.
Hoy la prioridad es asegurar la gobernabilidad democrática y la viabilidad económica y social del Perú, para descartar la resurrección de corrientes retrógradas, autoritarias o estatistas que ya hemos sufrido y que inevitablemente nos llevarán al fracaso.
Fuente: El Comercio – EDITORIAL
Fecha: Miércoles 12 de abril de 2006