¿Sirve el Acuerdo Nacional?
Necesario. Instancia de diálogo fortalece al sistema democrático
LIMA | Una de las experiencias más interesantes de mis épocas de empleada pública fue la del nacimiento y posterior consolidación del Acuerdo Nacional. A principios del gobierno de Toledo, con Roberto Dañino como Premier, se buscó instalar el diálogo en un país que venía saliendo del asombro del gobierno de Fujimori, en el que muchos creímos, pero del que se salió con muchos cuestionamientos. Luego del gobierno de Transición, donde se señaló a muchos como los culpables de la ruptura democrática, algunos con razón y otros sin ella, era necesario un espacio para conversar. No estoy segura de quién tuvo la idea, probablemente Dañino, pero en agosto de 2002 se empezaron las sesiones del Acuerdo, buscando que los grupos políticos pudieran mirarse a la cara.
Como cualquier iniciativa en tiempos complejos, el Acuerdo quiso abarcar demasiado, y los grupos políticos allí representados se pusieron de acuerdo en 31 políticas de Estado, que a su vez se subdividieron en otras tantas. A la fecha algunas se han implementado, pero la mayoría han servido de referente o guía, sin que nadie las asuma como políticas de cumplimiento obligatorio.
Algunos no creímos mucho en el Acuerdo. Probablemente estábamos más ocupados en el día a día que en esos tiempos, al menos en el campo económico, era bastante sombrío. Fuimos escépticos y casi no participamos. Pero los tiempos y las circunstancias cambiaron y me tocó participar activamente del Acuerdo en la PCM y mi opinión varió sustancialmente.
El Acuerdo puede ser un espacio interesantísimo donde el comportamiento de los políticos se basa en el respeto por las ideas, la colaboración en la construcción de decisiones y sobre todo, una gran tolerancia, cosa impensable entre nuestra clase política.
El error del Acuerdo ha sido abarcar demasiado, y hoy este espacio está siendo subutilizado. Habiéndose ganado el respeto de la clase política, este foro debería trabajar pocos temas de gran relevancia que una vez consensuados tendría que implementar el Congreso.
Y por favor, jamás les pongan cámaras de televisión, porque ahí se acaba la buena fe, la construcción de consensos y nuestros políticos se vuelven pugilistas.
Fuente: Diario Correo
Fecha: Lunes 20 de julio de 2009