La primera vuelta es un ejemplo de que la democracia está avanzando. El pueblo se ha manifestado y los resultados, bien reñidos por cierto, están a la vista. Tendremos que prepararnos para la segunda vuelta.
En esta segunda vuelta la ciudadanía espera que las propuestas y el debate político traten sobre temas concretos y se deje de lado los ‘ataques’ personales. Lo concreto significa varias cosas. La lista puede ser larga y exigente. Desde luego, interesa saber qué programas y qué métodos se van a aplicar en la lucha contra la pobreza. Cuál va a ser el tratamiento con el capital extranjero y nacional. La reforma del Estado, las políticas de educación, salud, vivienda y obras de infraestructura fundamentales para el desarrollo; las condiciones y reglas del empleo así como la descentralización y desconcentración del poder.
Preocupa saber cómo se van a manejar los recursos del Estado cuya caja supera los 15.000 millones de dólares, y de qué manera se va a proceder con el pago de la deuda externa. Una sociedad justa y progresista es aquella con ciudadanos con posibilidades para lograr su desarrollo pleno, tanto espiritual como material. Por eso, en el Perú es fundamental poner en práctica políticas de integración para superar la exclusión y la marginación. Nadie debe quedar excluido de los frutos derivados del crecimiento económico, para superar la existente concentración de riqueza. El Perú es el cuarto país que más ha crecido en Latinoamérica, una ubicación envidiable si la comparamos con la que existió hace solo cuatro años.
Pero para lograr estos objetivos y otros que están en el Acuerdo Nacional, es necesaria la concertación entre todas las fuerzas políticas y sociales anteponiendo el interés nacional al particular o de grupo. No es fácil superar esta situación, aunque algo se ha logrado en este acuerdo que, con algunos retoques, puede convertirse en la hoja de ruta necesaria para el país, más allá de los gobiernos de turno.
La democracia debe ser, además de inclusiva y participativa, proyectiva. Hay que sembrar para el futuro sin olvidar las soluciones urgentes que demanda el presente. Pero todo lo que decimos requiere de dos aristas fundamentales, básicas para la reconciliación nacional. Continuar luchando contra la corrupción fuente de todo atraso no solo moral sino también económico, social y político. En consecuencia, aplicar y ejecutar las recomendaciones de la Comisión de la Verdad.
Solo así, a partir de la ética, es que nuestra sociedad será humanamente superior y esperamos que en la segunda vuelta los candidatos nos expliquen qué van a hacer para luchar contra la corrupción y cómo van a implementar de manera real y efectiva los acuerdos de la CVR.
Fuente: El Comercio – OPINIÓN
Fecha: Lunes 24 de abril de 2006