La impuntualidad no es un defecto reciente, ni tampoco una mala costumbre privativa del Perú. Pero desterrar la hora peruana es una campaña –anunciada esta semana por el Acuerdo Nacional en el Año del Deber Ciudadano– que bien vale promover y apoyar para comenzar a educar a la población en valores cívicos y deberes.
Dentro de las actividades simbólicas, al mediodía del 1 de marzo se leerá un manifiesto en la Plaza de Armas de Lima y en las de todas las ciudades del país, y todos los peruanos tendremos que sincronizar nuestros relojes con la hora de la Marina de Guerra del Perú.
Según la última encuesta de Apoyo, que publicamos hoy, más del 90% de peruanos apoya esta campaña. Y aunque la mayoría percibe que la puntualidad es un valor poco respetado, es promisorio que por lo menos se entienda que es una falta de respeto hacia las demás personas (67%). La gente puede tener derecho a perder su tiempo, pero no a hacer perder el de los demás.
No solo eso. La impuntualidad tiene consecuencias negativas concretas en la economía, con lo que se demuestra la vigencia del viejo adagio de que el tiempo es dinero. El tiempo es algo totalmente irrecuperable. Aparte de pérdidas de horas-hombre muchas transacciones quedarán truncas por la impuntualidad de algunos.
A diferencia de la campaña para el uso obligatorio del cinturón de seguridad, en este caso no habrá sanción económica. Pero las autoridades tienen que dar el ejemplo iniciando sus actividades públicas a la hora y asumiendo todas sus responsabilidades diligentemente.
Felicitamos al Acuerdo Nacional y alentamos a sus miembros a continuar con la realización de otras campañas cívicas que aborden temas relacionados con el respeto a la propiedad privada, a la limpieza en las calles, a las reglas de tránsito. En definitiva, para inculcar a los peruanos que para exigir derechos hay que cumplir deberes.
Fuente: El Comercio – EDITORIAL
Fecha: Domingo 18 de febrero de 2007