Como comenta el embajador Juan Miguel Bákula, al reflexionar sobre la guerra del Pacífico, las diferencias entre los contendores de ese entonces -Chile y el Perú- no se reducían a un asunto militar sino también a lo que él denomina el «potencial humano» de ambas naciones: en el Perú, 80% de la población era analfabeta (y 95% de la población indígena); en Chile, el analfabetismo se estimaba en 40%. En consecuencia, afirma, «parece obvio que, desde el punto de vista estadístico, el potencial humano con el que Chile entró a la guerra pudo ser superior al del Perú [.]» (Perú: entre la realidad y la utopía, tomo I, p. 304).
Vale la pena mencionar esta referencia histórica cuando se están discutiendo las prioridades del gasto presupuestal. La educación no solo tiene que ver con la instrucción y la cultura, ni con tener un «capital humano» más adecuado para responder a los requerimientos de la producción y el desarrollo social. Es un componente fundamental de la seguridad de un país, si se entiende que esta depende, también, de que sus ciudadanos tengan las condiciones elementales para su desarrollo personal, familiar y social.
En el Perú, el sector Defensa requiere sin duda de más recursos. Pero, tratándose de un país de escasísimos recursos, sus gobernantes están en la obligación de decidir qué sectores priorizar. En este contexto, el Gobierno ha creado un discutido fondo de defensa a partir de un canon por el gas de Camisea, fondo que el próximo año alcanzará alrededor de los US$ 200 millones.
El Consejo Nacional de Educación (CNE) está demandando S/. 600 millones con el propósito de aumentar en 0,25% del PBI el presupuesto del sector para este año, monto que se ajusta a una iniciativa aprobada en el Acuerdo Nacional. De esa suma, propone que se destinen 230 millones a dotar de agua potable a los locales escolares que carecen de esta (9,477, es decir, 23% del total), en una acción que favorecería aproximadamente a 1’400,000 niños; 70 millones, a brindar condiciones que faciliten el logro de aprendizajes: Biblioteca Nacional y red de bibliotecas, materiales básicos como papeles y lápices; y el resto, los otros 300 millones, a un nuevo incremento salarial para los maestros, que combine un aumento único con uno diferenciado, pensando en los maestros rurales y los directores de los centros educativos.
En América Latina, el Perú sigue en la cola en calidad de educación. Según los resultados de la prueba PISA 2001, en comprensión lectora 54% de los estudiantes de 15 años se ubicaron, en una escala de 1 a 5, por debajo del nivel 1. Además de los jóvenes que no entienden cuando leen y de los niños que estudian en condiciones insalubres, hay todavía dos millones de analfabetos (más de un millón y medio, mujeres). Si no se quiere caer en el despropósito, las prioridades resultan claras cuando se trata de enfrentar con seriedad los retos de la globalización, el desarrollo social y productivo, la paz interna, la integración regional y la consolidación democrática.
Fuente: Perú21- OPINIÓN
Fecha: Miércoles 09 de Marzo de 2005