Reforma Constitucional

Hace dos días, informamos de los avances efectuados por el Acuerdo Nacional respecto a la requerida reforma constitucional como base de la futura estabilidad institucional. Se trata de una cuestión de gran importancia para nuestro desarrollo, dado que el crecimiento de la economía y la modernización de la sociedad tienen necesidad urgente de estabilidad. La Carta Fundamental es el pilar de la estabilidad jurídica y, por tanto, el cimiento sobre el que se construye la confianza de los agentes económicos para activar el progreso.

En efecto, si un país tiene reglas de juego claras, es decir, sus instituciones son sólidas y sus políticas previsibles, el clima se torna beneficioso para la inversión y, a partir de aquí, se acelera el proceso de avance. En cambio, si vivimos en una sociedad caracterizada por la ausencia de normas específicas, donde las instituciones carecen de solidez, el ruido político es atronador y, por tanto, se respira un aire de inestabilidad, no será posible crear un clima favorable para el desarrollo.

Los peruanos elegimos en 1978 una Asamblea Constituyente con el propósito de elaborar una Carta Política moderna y progresista. Este propósito se cumplió en gran medida. En 1992, el entonces legítimo presidente constitucional se sublevó contra el orden jurídico y liquidó a la democracia. Posteriormente, cedió a las presiones del exterior y convocó a un Congreso Constituyente.

La nueva Constitución recogió buena parte de lo establecido en la Carta de 1979, pero disminuyó los derechos sociales y fortaleció la institución presidencial; una muestra de ello fue el permitir la reelección inmediata del Jefe de Estado. Si meditamos serenamente acerca de este problema, apreciaremos que los tiempos han convertido en obsoletos algunos enunciados sociales de la Carta de 1979.

Corresponde ahora definir cuál será la Constitución que nos regirá durante las próximas décadas. Para esto es indispensable un acuerdo entre las principales fuerzas políticas, dado que la peor señal que daríamos al mundo sería que cada gobierno nuevo pretenda cambiar de Carta Política.

Por último, resulta necesario evitar caer en la tentación de querer colocarlo todo en la Carta, creando, como consecuencia, una Ley de Leyes larga y complicada que, poco tiempo después, devenga en anticuada. La Constitución ideal es breve y muestra cuestiones generales: derechos y deberes, poderes del Estado y relaciones entre los mismos, descentralización y reforma del propio texto.

Fuente: El Peruano – EDITORIAL
Fecha: Miércoles 13 de octubre de 2004

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