Un rumbo fijo para la infancia

La ineludible responsabilidad de avanzar en el cumplimiento de las metas del milenio (MM) ha sido ampliamente resaltada por los jefes de Estado y de Gobierno que han participado en el debate general de la Asamblea General de Naciones Unidas. Es alentador que el radar político de los líderes mundiales permanezca certero en estas metas de desarrollo a pesar de las dificultades políticas en Iraq, la lejanía de una paz duradera en el Medio Oriente, la crisis humanitaria en Darfur y las implacables manifestaciones del terrorismo internacional.

Existen por lo menos cuatro ejes de los cuales se desprende la gran relevancia política de este tema para el Perú. En primer lugar, hay una íntima convergencia entre las MM y las políticas y metas del Acuerdo Nacional (AN). Es una virtud que abre la posibilidad de anclar el valioso proceso democrático y de concertación del AN con un proceso internacional que está en plena marcha. Es decir, liga lo doméstico con la agenda global y, al hacerlo, facilita un lenguaje de comunicación interno y externo sobre seguimiento de logros en materia de reducción de la pobreza y desarrollo.

En segundo lugar, las MM contribuyen a ordenar las innumerables políticas, planes y estrategias nacionales y regionales que proliferan sobre una gran variedad de temas en los diversos sectores. Lo interesante es ver que, en últimas, siempre se habla de lo mismo. Por ejemplo, los propósitos de reducir la pobreza extrema, mejorar los indicadores de mortalidad infantil y materna, prevalencia de VIH/sida y acceso y calidad educativa están en el Plan Nacional de Acción por la Infancia, suelen estar en las estrategias regionales de desarrollo, aparecen en el AN y son a la vez metas del milenio.

En tercer lugar, las MM permiten canalizar, ordenar y coordinar la ayuda externa que llega al Perú. Es un lenguaje que es comprendido por los donantes, las instituciones financieras internacionales y, por supuesto, por las agencias del sistema de Naciones Unidas. Con frecuencia estoy en reuniones en las que se clama coordinación entre donantes, y es positivo observar que las MM dan una buena pauta de coordinación para contribuir al fortalecimiento de las políticas del estado.

Finalmente, las MM contribuyen a la asignación de partidas para la inversión social, pues se hace posible el seguimiento de resultados esperados con la ejecución presupuestal (por ejemplo, cobertura en inmunizaciones u otras metas de corto plazo previstas para el 2006 en el AN). Este enfoque permite que el debate sobre el presupuesto avance de la valoración de cantidades brutas asignadas a los sectores sociales (ministerios de Educación, Salud, Mujer y Desarrollo Social) hacia la consecución de resultados de impacto concretos, muchos de los cuales requieren una coordinación interinstitucional.

La cuestión en el inmediato futuro es determinar si existen las condiciones en el Perú para cumplir las metas del milenio, o lo que es lo mismo, si hay condiciones para cumplir gran parte de lo previsto en el AN. Esto intentará determinarlo un informe preparado por el sistema de Naciones Unidas en coordinación con el estado que se dará a conocer en unas pocas semanas. Quizá de allí surja la pauta para un acuerdo pluripartidista que permita al Perú soñar con metas alcanzadas en el 2021.

ANDRÉS FRANCO Representante de Unicef

Fuente: El Comercio – OPINIÓN
Fecha: Viernes 8 de octubre de 2004

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